28 ene 2018

allá, donde habita la luz
la pureza del agua descansa en sus manos
el silencio es oro azul
y la caricia de su piel,
nunca pensé que un dolor fuese tan hermoso
como el rayo de luz que pasa sobre las cortinas
no sé si soy feliz por sentir tanta belleza
todo lastima por tener una diáfana fragilidad
que se rompe con cualquier mal pensamiento
en  esa pampa blanca del polo norte en tu aliento
allí, Veera me abrazabas hasta hoy
dejándome un domingo abandonado en la garganta
camino en las arenas tortuosas de la rutina ahora
y me rebalsan lágrimas secas por haber huido
del desierto caminado sin saber que te perdí
mi huida preferida, mi escape fuera del paraíso
mi diamante de la nieve sobre las nubes ya lejanas
mi amor más imposible que real, pero que fue real,
 ya no lo es
¿encontraste alguien para vivir sin mí?
¿tus hijos ya no tienen mis ojos?
¿serás feliz en aquella paz de las paredes invisibles?
Oh, qué ceguera estúpida de mi ambición absurda
ambición de pueblo perdido en un hormiguero olvidado
no me lo pude ver, pertenecer, estar en mi salvación
a tu lado, nada más que tu lado, amor blanco de luz.

lejos de protección de tus rezos que tienen tus ojos,
de tu piel indómita de trampas y bulgaridad de los hombres
solo queda en mi manos un vuelto del infierno,
la llama de la indecisión quemando la planta de mis pies
que me hacen dudar la direccíon de mi voráz huida

atado a las cobardes cadenas de la miseria
mi alma quedará con la basura de las calles
tratando de hacer muecas con la gente
ocultando mi desdicha entre los tontos
tragándome la llave de salida
abrazando mi propia jaula de los gestos