23 ene 2022

Hubo, ya,  un trecho largo de parpadeos en la tierra. 

Un río hueco, estrepitosamente, con violencia,

entre unas piedras negras que no abrazan, 

quizá se está partiendo el alma. 

Cuando el espíritu insonoro del in-tiempo, 

irrumpa en esta materia, flexible, 

violentamente flexible 

y moldeable. 

Río mudo y negro, como un rayo.

Piedras serias, calladas, que brillan por ese rayo.

Eso que llaman -evolución- 

no es más que un desencadenamiento hacia la inevitable muerte. 

La muerte es aquello que habita una solitaria llegada,

cuando se llega solo a casa,

o te despierta

 solo, con el brumoso remanente de una noche ciega y blanca

y no hay voluntad de salir corriendo.

o cuando se duerme solo, 

sobre un pasado donde ríen personas que quisimos

sobre un gancho 

y se derraman voces de un recuerdo que es oído.

Amargos sonidos amorosos. 

Gélidamente ausentes